Bernat Desclot, cronista del siglo XIII, autor de la Crónica más antigua de la Corona de Aragón, en el  Libro del Rey Pedro de Aragón y de sus antecesores pasados los describe de la siguiente manera:

Estas gentes que se llaman Almogávares no viven más que para el oficio de las armas. No viven ni las ciudades ni las villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra los Sarracenos: y penetran en tierra de Sarracenos una jornada o dos, saqueando y tomando Sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de existencia muy duras, que otros no podrían soportar. Que bien pasarán dos días sin comer si es necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buen correa y un eslabón en el cinto. Y trae cada uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda, donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos.

 Además siempre llevaban consigo una buena piedra de fuego (pedernal), con la que antes de entrar en batalla solían golpear sus armas, por los que estos echaban unas enormes chispas, que unidos a sus terribles gritos, “Desperta Ferro! Matem, matem”, o “Aragón!”, aterrorizaban a sus enemigos.

almogavar